viernes, 29 de abril de 2011

Nombres del fútbol: Carl Zeiss y Ernst Abe

Sucedió ayer en un momento de dispersión durante mi clase de grafología que me puse a trastear con el móvil. Y en ese momento reparé en un detalle que siempre había pasado por alto. Bajo la lente de la cámara fotográfica aparecía escrito un nombre: Carl Zeiss. El resto de la tarde me la pasé pensando si tendría que ver con lo que yo pensaba.

Y cuando llegué a casa y consulté en internet mis sospechas se confirmaron. Era el mismo Carl Zeiss que prestaba su nombre al equipo alemán de Jena, un conjunto que ahora naufraga en la 3 Liga pero que en los 70 y los 80 llegó a gozar de gran predicamento hasta el punto que fue incluso finalista de la Recopa en el año 1981.

En realidad conviene aclarar que nada tuvo que ver Zeiss con la fundación del club sino que fueron los trabajadores de la empresa por él creada los responsables de la misma, entre otras cosas porque nuestro protagonista llevaba ya quince años muerto en 1903.

Antes de fallecer, en cambio, su legado al campo de la óptica había sido más que notable y es por ello por lo que se le recuerda. Nacido en el año 1816 en el seno de una familia pudiente de Weimar, sus estudios universitarios ya iban encaminados al campo científico y matemático, donde pronto comenzó a destacar.

De hecho fueron estos estudios los que le llevaron por primera vez a Jena -la ciudad donde se hizo famoso- en 1834 para especializarse en todo lo relacionado con la técnica de la visión. Igual que llegó allí siendo un pipiolo se marchó para continuar formándose por todo Alemania antes de regresar convertido en un hombre y con una idea en la cabeza.

Esta no era otra que abrir una fábrica de instrumentos ópticos, lo que le costó Dios y ayuda. Al final lo logró en 1846, cuando comenzó a producir en pequeña escala productos que iba vendiendo de tienda en tienda. Cuando el negocio prosperó su actividad se centró en los microscopios, a los que aportó su toque personal de calidad que le valió ganarse un nombre en Europa.

A pesar de la gran competencia, Zeiss ofrecía un material tremendamente bueno e innovador hasta el punto que investigaba constantemente en busca de mejoras con las que diferenciarse de los demás. Este afán por crecer cada día y revolucionar la industria le llevó a relacionarse laboralmente con el físico Ernst Abbe.

Algunos de los miembros de la compañía no se mostraron de acuerdo con esta colaboración pues entendían que si algo iba bien no había motivos para cambiarlo. Sin embargo la obstinación de Zeiss al final tuvo sus réditos. Puso a Abbe a desarrollar los microscopios mediante el cálculo de las lentes de los objetivos y a cambio le ofreció un porcentaje de los beneficios y le dio todo lo necesario para llevar a cabo su labor.

El resultado fue inmejorable ya que la empresa pasó a convertirse en la más importante a nivel mundial del gremio, una posición que a día de hoy sigue manteniendo y que ha dado relevancia a la ciudad de Jena. Una ciudad que como recompensa conserva el nombre de ambos en el equipo de fútbol. El de Carl Zeiss como seña de identidad y el de Ernst Abbe en el estadio.

miércoles, 27 de abril de 2011

¿Qué ha sido de... César Sampaio?

Si el otro día en el post dedicado a los delanteros senegaleses salía a colación el nombre de El Hadji Diouf como el del primer hombre que perforó una portería en el Mundial de Corea y Japón he aquí el que tuvo tal honor en el Mundial de Francia 98. Fue a los cuatro minutos del encuentro que midió a Brasil con Escocia tras rematar de cabeza en el primer palo un saque de esquina.

No sería el único que anotaría este mediocentro más destructor que constructor en la cita que le dio a conocer internacionalmente ya que también marcó los dos primeros goles de la victoria de Brasil frente a Chile por 4-1 en los octavos de final. Fueron las mejores actuaciones en el gran escaparate del jugador que cuenta con una de las carreras peor gestionadas de la historia del fútbol.

Quizás porque no veía el fútbol como algo competitivo o porque lo hacía de forma diferente a los demás, el caso es que se marchó a Asia cuando en condiciones normales todos los futbolistas suelen emigrar a Europa. Prefirió ser cabeza de ratón y quizás por ello se perdió un gran pelotero, poco técnico pero tremendamente eficaz.

Solo así se explicarían sus buenos comienzos en Brasil. Debutante en el Santos con sólo 18 años, a los 22 ya había recibido la Bola de Ouro, premio que reconoce al mejor futbolista de la competición nacional. Un galardón que le volverían a otorgar tres años después, en 1993, cuando ya jugaba para las filas del Palmeiras. De esta forma se convirtió en el único futbolista que ha hecho doblete en la historia junto con Falcao, Zico y Roberto Costa.

Pudo ser ese el momento de abandonar su país buscando una aventura más ambiciosa pero no fue así. Aguantó una campaña más y a los 27 años se marchó a jugar al Yokohama Flugels japonés. Fueron los años en los que volvió a la selección y en los que probablemente más disfrutara.

Tres temporadas en las que conoció un fútbol diferente sacrificando por ello una prolífica carrera como futbolista ya que después de aquello nada sería lo mismo. Con 31 años regresó a Brasil para firmar con el Palmeiras y con 32 se decidió finalmente a dar el salto a Europa fichando por el Deportivo de la Coruña. El hecho de que jugara poco os exime de culpa a los que no le recordéis trotando por los campos españoles.

Allí solo pasó una temporada antes de sacar billete de vuelta para enrolarse en el Corinthians. Una experiencia fugaz previo retorno a Japón, su segunda patria, donde aceptó una oferta de Kasywa Reysol y posteriormente una del Sanfrecce Hiroshima, con el que demostró que aún podía jugar de forma regular con 36 años.

Y lo hizo de tal modo que aún tuvo una oportunidad más en el Sao Paulo, cerrando un círculo que muy pocos han completado, el de jugar en los cuatro grandes de la ciudad. Tras eso se retiró centrándose su actividad en formarse como entrenador y en la selección brasileña de Showbol, con la que disputó algún que otro encuentro.

lunes, 25 de abril de 2011

De la desgracia a la gloria

Si hace un par de años me hubieran preguntado por qué equipo de la Bundesliga sentía simpatía jamás hubiera hablado del Hannover 96. Siempre lo consideré un club insulso, de esas plantillas tibias de la zona media que ni pinchan ni cortan, de esas cuyo único objetivo es no pasar apuros a final de temporada y si suena la flauta colarse en Europa de rebote aprovechando el descalabro de un grande.

Sin embargo todo ha cambiado. Donde dije digo ahora digo Diego. Alguno me tachará de incogruente y oportunista, lo asumo. Pero para ser sinceros... ¿Quién no siente admiración hoy por el conjunto de Niedersachsen?. Resulta complicado aislarse del milagro que está perpetrando en estos momentos y del contexto en el que llega.

Una corta historia que comenzó trágicamente el 10 de noviembre del año 2009, cuando el equipo saltaba a las portadas de los periódicos de medio mundo por el único motivo por el que no hubiera deseado: el suicidio de un compañero. Un suicido, el de Robert Enke, que nadie hubiera esperado. Guardameta titular de la selección alemana, hombre tranquilo que se encontraba en la cúspide de su carrera, venció infinidad de batallas sobre el campo pero no fue capaz de ganar la que mantenía consigo mismo tras la muerte de su hija en el año 2006.

Por aquél entonces el Hannover ocupaba su hábitat natural en la tabla, la zona templada; con diez puntos en ocho partidos. A cinco de los puestos de Europa League y a cinco de los puestos de descenso. La desgracia cambió las tornas y el plantel acusó, como no podía ser de otra forma, el tremendo palo psicológico que supuso el fallecimiento de su estrella.

En los campos de Alemania se veía cada fin de semana a once almas en pena corriendo sin ilusión detrás de un balón. Al joven Florian Fromlowitz, sustituto de Enke bajo los palos, los guantes le pesaban como si fueran de cemento armado. El equipo perdía por inercia un partido tras otro sin que nadie buscara más explicación que la bofetada anímica.

Ni siquiera la drástica decisión de destituir a Andreas Bergmann -el técnico que había tenido que lidiar con todo el drama en el vestuario- después de sumar un punto en seis partidos parecía haber surtido efecto. Su sustituto, Mirko Slomka, encadenó siete derrotas seguidas. Es decir, a comienzos de marzo el Hannover sólo había conseguido un punto de 39 posibles. Treinta y dos goles en contra y nueve a favor desde la pérdida de Enke. A tres puntos de la permanencia, con diez jornadas por jugarse y una dinámica más que derrotista.

Y entonces, sin saber muy bien cómo, todo cambió. El Hannover viajó a Friburgo en un duelo directo por evitar el descenso. Era una de esas tardes destinadas a la épica en las que la nieve hizo acto de presencia convirtiendo el terreno de juego en un patatal. Diez minutos de locura que empezaron con el primer gol visitante anotado por Elson, que contuvieron el empate local obra de Abdessadki y que terminaron de forma gloriosa, justa, con un gol en propia puerta del senegalés Papiss Demba Cisse tras peinar con la cabeza una falta.

La primera victoria que poder dedicarle a Enke, la bofetada de realidad que necesitaban los jugadores, el punto de inflexión en la tragedia. Ese día en el que todos olvidaron el pasado y recordaron que sabían jugar al fútbol, que cada fin de semana se recorrían Alemania entera para demostrarlo.

No eran tres puntos decisivos para la competición pero si necesarios para el alma de la plantilla. El triunfo la semana posterior contra el Eintracht de Frankfurt en el AWD Arena no hizo sino reafirmar que el Hannover había vuelto, que había recuperado sus ganas de competir y que la Bundesliga volvía a tener semanas después dieciocho equipos.

Sin embargo no valía solo con eso para salvarse y más cuando el calendario anunciaba la llegada de Suttgart, Colonia (que peleaba por mantenerse), Hamburgo, Schalke 04, Bayer Munich y Bayer Leverkusen de forma consecutiva. Las derrotas en los dos primeros envites parecieron minar la moral de los jugadores. Sin embargo las tablas en el Imtech Arena y de nuevo diez minutos mágicos (dos goles entre el 80 y el 90), esta vez ante los del Gelsenkirchen, devolvieron una fe y una ilusión que igual que llegaron parecieron esfumarse en los dos siguientes choques, donde perdieron 7-0 ante los muniqueses y 3-0 ante el equipo de la aspirina.

A pesar de todo el fútbol fue justo con ellos y les permitió llegar a falta de dos jornadas con opciones. Si vencían al Borussia de Moenchengaldbach y al Bochum lograrían al menos evitar el descenso directo y disputar los playoffs. Si además el Nuremberg no ganaba sus dos partidos, lograrían la salvación matemática.

Con toda Hannover metida en el en el estadio, el primer match ball ante un rival que no se jugaba nada se solventó con un contundente 6-1. Así pues el desenlace de la auténtica novela de terror del Hannover quedaría para la última jornada. Y el destino, por primera vez en mucho tiempo, les sonrió. El Dios del fútbol consideró que la plantilla ya había sufrido bastante y les obsequió con una cómoda victoria por 0-3, una victoria tremendamente emotiva por todo lo que supuso.

Llantos, dedicatorias al cielo... el éxtasis, probablemente el mejor día en la vida profesional de muchos de los futbolistas que obraron el milagro. Al menos hasta ese momento. Algunos decidieron marcharse en verano y retirarse a lugares más tranquilos, huir como héroes considerando que ya habían sufrido bastante. Borrar de su mente aquella temporada y empezar de nuevo en otro lado.

Otros se quedaron incapaces de abandonar un club que les había marcado tanto, en el que la experiencia vivida les había hecho crecer futbolísticamente cuatro o cinco años. Un club en el que eran cabeza de ratón, el que representaba a una ciudad que se lanzó en masa a la calle durante el funeral de su compañero como solo sucediera en Alemania con el canciller Adenauer.

Y contrariamente a lo que la mayoría pensaba, acertaron. Quizás porque les empuja el espíritu de Enke desde el más allá, quizás porque ahora pueden hacer algo grande por él sin que medie la presión, quizás porque la desgracia les ha hecho con el tiempo más fuertes o porque han vivido más cosas que el resto de sus oponentes, el caso es que hoy el equipo está en puestos de Liga de Campeones a falta de tres jornadas para que termine la Bundesliga.

Futbolistas como Cherundolo, que hace año y medio estaban al frente de la comitiva que portaba en el césped el féretro de su compañero, están hoy ante la gran oportunidad de sus vidas. Jóvenes como Manuel Schmiedebach, que vivieron todo entrando en la veintena, hoy ya son hombres. Jugadores como Schlaudraff, que trataban de buscarse a sí mismos y de colocar sus ideas, han madurado. Delanteros semidesconocidos como Didier Ya Konan o el recientemente llegado Mohammed Abdellaoue, tienen ya un cartel en el Viejo Continente y son seguidos por ojeadores de clubes importantes. Quizás después de todo el esfuerzo no sean capaces de ganar el billete a la máxima competición europea pero al menos se habrán ganado un hueco en el corazón de los aficionados de medio mundo. Es el milagro de Hannover.

lunes, 18 de abril de 2011

Senegol

Pasarán los años y los Mundiales pero en la retina de todos los espectadores quedará aquél partido inaugural del año 2002 en el que el campeón, Francia, medía sus fuerzas en su estreno ante la selección de Senegal, un equipo que llegaba a Corea con el único aval de haber jugado la final de la Copa África meses antes pero que era desconocida para el gran público.

El desenlace es por todos conocido. Un gol de El Hadji Diouf, ahora en el Glasgow Rangers intentando resucitar por enésima vez, daba la victoria a unos africanos que desde ese momento comenzaron a caer simpáticos. Al margen de que cada uno apoyara a su selección todos íbamos un poco con aquél combinado, llamado a convertirse en el primero de su continente en pasar de cuartos de final.


Tras el día más grande de sus vidas lograron un meritorio empate contra Dinamarca y sólo su inexperiencia les privó de imponerse a otros campeones del mundo como Uruguay, que fue capaz de remontarles un 3-0 adverso. Luego pasaría por el rodillo la siempre complicada Suecia hasta que los turcos despertaron a los aficionados del sueño. A pesar de ello las cifras demostraron que estaban preparados para algo importante ya que no perdieron un sólo partido a noventa minutos.


Y de la misma forma que fue inexplicable su fulgurante ascenso, lo fue también su caída de forma progresiva. El engañoso cuarto puesto en la Copa África del año 2006 (pasaron la fase de grupo con tres puntos y vencieron en un correcalles de cuartos a la sorprendente Guinea ) ha sido el único atisbo de esperanza desde entonces. Un espejismo, una anécdota en un país que no ha disputado las dos últimas Copas del Mundo y que tocó fondo definitivamente la pasada temporada cuando fue incapaz de clasificarse para el máximo torneo continental.


Sin embargo, algo parece haber cambiado en los últimos meses. En Senegal se empieza a atisbar una pequeña luz al final del túnel, ténue de momento pero suficiente para creer que hay algo a largo plazo. Es la llama que ha encendido una generación de delanteros como hacía tiempo que no se recordaba en África.


Basta mirar las tablas de goleadores del Viejo Continente para darse cuenta de esta realidad. En dos de las cuatro grandes ligas hay un jugador del país peleando por el pichichi con cifras de récord en algunos casos. El delantero del Lille Moussa Sow es el referente en Francia. Con 21 dianas aventaja en cuatro al segundo clasificado. Números que llaman poderosamente la atención ya que en un solo año ha anotado más goles que en toda su carrera. Tras debutar con las inferiores de Francia tiró de raíces y hoy es una pieza clave en el combinado nacional y también en su equipo, que va camino de ganar la Liga.


Algo parecido sucede en Alemania, donde Papiss Demba Cissé es el principal artífice de la gran temporada que está cosechando el Friburgo. Sus 20 goles le convierten en el delantero africano que más tantos ha firmado en una Bundesliga. Al igual que en el caso de Sow, sus guarismos son sorprendentes e inesperados. Con actuaciones más que discretas en Francia fichó el año pasado por los teutones anotando 6 goles en 16 partidos. Hoy en 27 ha hecho más del triple.


Pero hay que ir más allá de estas dos figuras emergentes. Mamadou Niang, el eslabón entre los buenos tiempos de Diouf y los actuales, sigue demostrando que posee aún pólvora a sus 31 años y se encuentra a sólo un gol de Alex, pichichi de la Liga turca y compañero suyo en el Fenerbache.


Tres mosqueteros a los que se ha unido últimamente el que mejor definió la situación actual en la previa de un partido contra Camerún: "Ellos tienen a Samuel Etoo, nosotros tenemos a seis delanteros de primer nivel". Las palabras son de Dame Ndoye, capocannonieri de la liga danesa y una de las estrellas del sorprendente Copenhague.


Los otros dos a los que hace mención son de momento menos relevantes pero parece que sólo necesitan tiempo. Uno es Mame Biram Diouf, un joven delantero del Manchester cedido al Blackburn que comparte apellido con el mayor ídolo nacional hasta la fecha, el mismo que le asistió para que anotara su primer gol en la Premier a modo de alternativa. El otro también juega en Inglaterra. Es Demba Ba, que llegó el pasado mercado de invierno al West Ham procedente del Hoffenheim y que de momento lleva una media de un gol cada dos partidos.


Seis futbolistas de perfiles similares. Exceptuando al veteranía de Niang y la precocidad de Diouf, todos ellos mediados la veintena. Con ambición, con ganas de dar el salto, con ganas de devolver a Senegal a una gran competición. Una línea de ataque más que prometedora que asegura un interesantísimo potencial en el próximo lustro.


Con ellos, las cifras de los "Leones de Teranga" dan miedo. Seis victorias consecutivas desde que cayeran con Dinamarca en un amistoso previo al Mundial. Dieciocho goles, dieciséis de los cuáles son obra de este impresionante sexteto, y líderes incontestables de grupo en la fase de clasificación para la próxima CAN.


Ahora toca reforzar el resto de líneas, sin duda el principal caballo de batalla. Sin un portero bueno ahora que Sylva se encuentra sin equipo, con una defensa donde los referentes son Souleymane Diawara y Omar Daf (único superviviente de la mágica selección del año 2002) con 32 y 34 años respectivamente y dotados de un centro del campo en el que solo Issiar Dia parece estar llamado a grandes cosas, toca sacar de la nada a jóvenes valores que potencien la dinamita que hay arriba. Entre cinco y diez años hay para ello. Toca ponerse la pilas.


Con motivo de las vacaciones de Semana Santa el blog permanecerá inactivo hasta el próximo lunes.

viernes, 15 de abril de 2011

Nombres del fútbol: Ernst Happel

Hoy España es la vigente campeona del mundo y probablemente uno de los equipos que mejor fútbol practica del planeta. Es un trabajo que se viene haciendo desde hace tiempo. Un monumento cuya primera piedra se puso en la Eurocopa de Austria y Suiza, competición en la que rompimos el llamado maleficio de cuartos. De todo aquello quizás el mayor símbolo que queda es el estadio de la final, el Ernst Happel vienés.

El gol de Torres en aquél partido contra Alemania nos permitió alzarnos con el trofeo y de paso perder la presión y la tensión que nos atenazaba. Una gran proeza, como las que realizó en vida el hombre que da nombre a ese estadio. Un tipo de grandes méritos al que no siempre se le reconoce su labor debido a la frágil memoria de la sociedad actual.


Nacido en el año 1925, como no podía ser de otra forma, en la capital austríaca, Happel fue como jugador un tipo de club. Para más señas del club de su ciudad. Elegido en el equipo del siglo por los aficionados del Rapid, debutó con 17 años y durante 12 se convirtió en uno de los mejores centrales de su país.


Aquella plantilla a la que pertenecía arrasaba a nivel nacional y él era una de las caras visibles. Sus maneras le sirvieron para jugar un par de años en el Racing Club de París a mediados de los cincuenta pero finalmente no pudo evitar volver al club de sus amores para disfrutar allí de sus tres últimos años de carrera profesional.


Tres años tardó también en prepararse para ser entrenador, faceta esta dónde se ha convertido en uno de los grandes olvidados de la historia. Happel se sentó por primera vez en el banquillo para dirigir al ADO Den Haag. El proyecto fue largo, de seis años, pero fructificó con la conquista de la Copa en el año 68, una de las dos que atesora la entidad.


Aquél logró le serviría para dar su primer gran paso, el que suponía llevar las riendas del Feyeenord. Los holandeses eran por entonces uno de los equipos más destacados de su liga y buscaban además hacerse ver en el Viejo Continente. Lo hicieron a lo grande conquistando la Copa de Europa y la Intercontinental del año 1970.


Además llegaron también éxitos a nivel nacional, credenciales todas ellas que le llevaron a entrenar al Sevilla un par de años. Después de la experiencia en nuestro país pasó a dirigir al Brujas (con el que conquistó tres ligas seguidas) antes de enfrentarse al que sería su gran reto, la selección holandesa.


A los mandos de una generación magistral alcanzó la final del Mundial del año 1978 practicando un fútbol magistral, si bien finalmente acabó cayendo contra Argentina por 1-3. Muchos pensaron entonces que había tocado techo pero el destino le reservaba aún una grata sorpresa. Tras vagar por el Harelbeke y el Standard de Lieja, el Hamburgo alemán puso sus ojos en él.


Nada más aterriza, en su primer año, ganó la Liga. Al segundo ya había conquistado la Copa de Europa, la segunda en su palmarés, la que le convierte en uno de los tres únicos hombres capaz de levantarla con dos equipos distintos junto a Hitzfeld y Mourinho. Además, en aquella gran temporada, también conquisto el título doméstico. Sería lo más destacado de lo conseguido allí, que no es poco.


Tras su paso por tierras germanas decidió regresar a su país para ponerse al frente del Tirol, con el que levantó dos ligas y una copa en cuatro temporadas. Era la escala previa a su misión definitiva, convertirse en seleccionador austríaco. Aquello sucedió en el año 1991 pero el idilio entre el entrenador y su combinado nacional duró tristemente poco. Murió con las botas puestas en el año 1992 debido a un cáncer de pulmón, sólo cuatro días después de sentarse en el banquillo para un partido internacional.

miércoles, 13 de abril de 2011

¿Qué ha sido de... César Prates?

Como tantos otros futbolistas que han pasado por esta sección, César Prates también aterrizó como una joven promesa en el Real Madrid. Lo hizo el mismo año en el que el club blanco fichó a su compatriota Roberto Carlos. Con éste desenvolviéndose de forma magistral en el lateral izquierdo, muchos quisieron ver al protagonista de hoy, que había debutado en la "Canarinha" con 22 años, como su clon en la derecha.

Falta de olfato, desde luego. Lejos de convertirse en estrella pronto se vio que en Madrid estaba más cerca de convertirse en estrellado. Prates pasó a convertirse en una especie de espíritu que aparecía por la capital de España en verano y con la misma celeridad desaparecía para marcharse a jugar a su país. Hasta en cuatro ocasiones sucedió esto. Primero se fue cedido al Vasco de Gama, luego al Coritiba y finalmente al Botafogo y al Cortinhians.


Al final en el Santiago Bernabeu terminaron por asumir que su fichaje había sido un fracaso y cerraron una cesión más, esta con opción de compra, al Sporting de Lisboa. Las puertas que le fueron cerrando Secretario, Panucci o Salgado se le abrieron de repente y, milagro, en Portugal se convirtió en esencial.


Por supuesto adquirieron de forma definitiva sus derechos e incluso estuvo tres años en la plantilla antes de abandonarla para aceptar una más que sugerente oferta del Galatasaray. Tuvo minutos pero no convenció y se vio forzado a volver a Brasil, primero al Figueirense y luego de nuevo al Botafogo.


En este último volvió a realizar una campaña brillante que fue su trampolín para retornar a Europa con 30 años. Lo hizo en el Livorno y de nuevo una gran campaña le sirvió para dar un salto de calidad hacia el Chievo Verona. Allí terminaron sus momentos de gloria. Sin apenas jugar tuvo que volver a Brasil por donde había venido y realizar una tourneé digna del Circo del Sol para ganarse sus últimos sueldos como futbolista.


De nuevo el Figeuirense y luego el Atlético Mineiro, la Portuguesa, el Joinville (un equipo que había sido creado un año después de nacer él) y finalmente el Naútico le dieron cobijo en los últimos coletazos de una carrera que finalizó el año pasado. Una carrera que le llevó a quince clubes en 16 años de carrera. Todo un registro.

lunes, 11 de abril de 2011

Schaaf, patrimonio del Werder

Hay tipos de esos cuya existencia va irremediablemente ligada a la de un club alcanzando un grado de simbiosis tal que uno no podría entenderse sin el otro y viceversa. Lamentablemente es una cultura que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo y que pocos clubes mantienen en Europa.

Sin embargo a pesar de todo aún hay espacio para la esperanza. Difícilmente se puede imaginar alguien un Manchester sin Ferguson, un Arsenal en el que Wenger no cose y descose a su antojo, una Roma o una Juventus sin sus "capitanos" Totti y Del Piero... Y por supuesto un Werder Bremen sin Thomas Schaaf.


Quizás este último sea uno de los casos a los que menos importancia se ha dado por eso de que los alemanes, sin ser un equipo de segunda, no llegan al nivel de uno de primerísima fila. Pero de entre todos probablemente es el más destacado y relevante de los pocos que quedan en el Viejo Continente.


Las cifras lo explican mejor que nadie. El ahora técnico alemán tiene 49 años. De ellos 38 los ha pasado en el Werder Bremen. Desde que entrara en la cantera con 11 primaveras sólo ha vestido otra camiseta en su carrera, la de la selección alemana sub-21 en un par de ocasiones, una infidelidad por todos permitida.


Por exponerlo de forma más clara. Schaaf ha estado como jugador o como miembro del staff técnico en todos los títulos ganados por el Werder en su historia salvo en una solitaria Liga conquistada a comienzos de los 60 y una DFB Pokal de aquella década. Con él han compartido vestuario algunos de los mejores futbolistas que alguna vez han vestido la mítica elástica y por sus manos pasaron infinidad de canteranos durante 12 años.


Una etapa en las inferiores que demuestra su compromiso con la entidad, pues los ocho primeros años los alternó con sus participaciones como defensa en el primer equipo. Él ha visto crecer todo. Ha sido el alma y la cabeza de los proyectos emprendidos desde el año 99, cuando se sentó en el banquillo tras la destitución de Félix Magath.


Era su primera experiencia en la Bundesliga y llegaba en una situación de alarma, con el fantasma del descenso amenazando peligrosamente. Lejos de bajar a segunda, Schaaf consiguió además ganar la primera de sus tres Copas. La piedra basal de lo que es hoy una magnífica estructura en la que se mezclan prometedores jóvenes repletos de clase y veteranos capaces de tirar del carro.


Temporadas de paz y bonanza en los que se han disputado cinco Champions consecutivas y una final de la UEFA, en los que se ha ganado una Liga, en los que se ha realizado una importante aportación en materia de futbolistas a la selección alemana, en las que se ha visto un fútbol ofensivo de manicomio, una orgía de goles y espectáculo aunque el equipo cayera derrotado... Más de lo que muchos hubieran soñado cuando el equipo caminaba por el fino alambre de la crisis institucional.


Y sin embargo, a día de hoy, Schaaf está cerca de ser engullido por el monstruo que él mismo ha creado. En la que probablemente sea la peor temporada desde que está al frente de la nave ya han salido las primeras críticas al modelo, críticas de un grupo de insatisfechos con aires de grandeza que quieren que su equipo ahora sea un puntero de Europa.


Críticas por supuesto injustas hacia un hombre que ha dado literalmente su vida por el club. Su infancia, su adolescencia, su juventud, su madurez... toda. Es innegable que el Werder ahora no anda bien, que sólo es capaz de mantener una ventaja de seis puntos con el descenso, que mete pocos goles, que este año no probará las mieles continentales...


Pero hasta el mejor maestro tiene un borrón y más si tu estrella se marchó a última hora el pasado verano sin que tuvieras apenas margen de maniobra. La papeleta de Schaaf es a día de hoy complicada. La afición, de memoria corta, que olvida que este año han podido ver Champions en el Weserstadion, comienza a pedir su cabeza exigiendo una cara nueva.


Como esos futbolistas que han jugado cientos de partidos, como esos presidentes que murieron con las botas puestas, como esos utilleros que llevan transportando balones de generación en generación, Schaaf merece irse cuando a él le de la gana. Cuando se canse, cuando piense que debe retirarse a un pequeño chalet en la montaña para escribir sus memorias. Aunque el equipo baje a segunda, aunque pase tres años sin viajar más allá de las fronteras alemanas. Se lo ha ganado a pulso. Bremen nos lo debe a aquellos que aún creemos en el romanticismo futbolístico.

miércoles, 6 de abril de 2011

¿Qué ha sido de... Ali Karimi?

Dos cosas me sorprendieron anoche del encuentro que midió al Inter con el Schalke 04. Una fue, como es de esperar, el resultado. Ni los aficionados más optimistas de Gelserkichen, ni las mentes más retorcidas del fútbol, hubieran imaginado un escenario como el de ayer, con el equipo de Raúl venciendo 2-5 en San Siro dejando una abrumadora muestra de pegada.

La otra llegó en el minuto 42 del segundo tiempo, en los llamados minutos de la basura. Tras un partido brillante y de gran intensidad el ex delantero madridista se retiraba del terreno de juego para dar paso a... Ali Karimi. Sí, el jugador iraní volvía a aparecer ante mis ojos después de mucho tiempo sin saber nada de él.


Esto quiere decir que os he destripado el final de la historia. Ahora bien, no creo que esta sea la parte más interesante. Si ayer os impresionó verle con la camiseta del equipo alemán tanto como a mi supongo que lo que querréis saber es dónde se ha metido desde que dejara el Bayern en el año 2007.


Los bávaros fueron los que le dieron la alternativa en Europa, una alternativa que por cierto se había ganado a pulso antes de su llegada. Formado en un equipo de segunda fila de su país natal, su talento y su habilidad con el balón en los pies le sirvieron para dar el salto al Persépolis con sólo 20 años.


Difícil resulta saber qué hubiera pasado si su talento se hubiera descubierto unos meses antes de debutar con el combinado nacional y hubiera disputado el Mundial de Francia. Lamentablemente el Team Melli no le dio la alternativa hasta el mes de octubre de aquél año. Eran momentos de gloria para Karimi, que meses después conquistaba la medalla de oro de los juegos asiáticos convirtiéndose en el líder indiscutible de su equipo.


Aquél título y sus buenas actuaciones en liga hicieron que algunos equipos llamaran a su representante. Sonó para el Atlético y se probó con el Perugia, pero al final los italianos no quisieron pagar lo que se pedía por él. Al final Karimi, muy arraigado a su tierra, no se decidió a dar el salto al Viejo Continente y firmó por el Al-Ahli en el año 2001.


En el equipo emiratí afianzó su progresión, especialmente con un año 2004 para recordar. Sus catorce goles en liga y los cinco que metió con la selección en la Copa Asia, especialmente el hat-trick ante Corea, le valieron para llamar la atención del Bayern y a la postre para ser considerado "Jugador Asiático del año".


Fichó por los muniqueses por empecinamiento de Magath, que desoyó los consejos que le decían que estaba fuera de forma. Y el caso es que arrancó muy bien la temporada hasta que una inoportuna lesión de sólo mes y medio acabó con sus aspiraciones allí y, por qué no decirlo, prácticamente con su carrera.


A su vuelta se convirtió en un inquilino habitual del banquillo y tras frustrarse su traspaso al Red Bull Salzsburg y una posible vuelta al Al-Ahli, finalmente dejó el equipo en mayo de 2007 rumbo a Qatar para jugar en el Qatar Sports Club. Allí estuvo una campaña antes de marcharse a otro equipo del país, el Al-Sailiya.


Poco duró, ni siquiera dos meses. El Persépolis convenció al futbolista para volver y pagaron su claúsula de rescisión, por lo que en septiembre había retornado a su tierra natal. Meses antes había sido vetado del equipo nacional por criticar a la Federación y un mes después tomo la decisión de retirarse del mismo. No tardo mucho en echarse atrás pues en febrero del año siguiente ya volvía al fútbol de selecciones. Era la época en la que aún era feliz en el Persépolis.


Una época que no duró demasiado pues al final, debido a la desavenencias con la directiva, acabó saliendo escaldado con destino al Steel Azin. Al equipo en el que ahora juega otro mito como Mehdi Mahdavikia llegó un poco pasado de todo pero con la magia que atesoraban sus botas como aval.


Su primer año fue bueno e incluso el Al-Ahly volvió a intentar llevárselo de nuevo. Pero en el segundo la cosa cambió. Su rendimiento bajó y acabó siendo expulsado del equipo por incumplir el mes de Ramadán a finales del año pasado.


Y en esa situación se encontraba, sin club y con 32 años, cuando de forma sorpresiva Felix Magath decidió llevárselo al Schalke a última hora del pasado mercado de invierno. Ayer se vestía la camiseta de su nuevo club por primera vez. ¿Quién dijo que el fútbol no da segundas oportunidades?.


Os ruego que me disculpeis por los problemas técnicos ajenos a mi persona que alteran el diseño de los posts y dejan más espacio entre párrafos del habitual. Intentaré solucionarlos. Aprovecho para decir que el viernes me iré de viaje y por tanto no escribiré.

lunes, 4 de abril de 2011

Incontestable Oporto

Puestos a sacar una lectura positiva de lo dramático del paro podríamos decir que la situación permite al desempleado en cuestión emprender proyectos que probablemente no llevaría a cabo en otras circunstancias. En mi caso me ha dado por aprender portugués con la intención, iluso yo, de poder viajar a Brasil en el futuro a cubrir como periodista el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

Como individuo fácilmente impresionable que soy, tiendo como una esponja a quedarme con las expresiones más absurdas que van apareciendo en clase. Es el caso por ejemplo de "No confunda cu com bunda" (algo así como no confundir la forma soez de decir culo con la forma más aseada) o de otra que también me hace mucha gracia, "Eu mesmo toco na banda e eu mesmo bato palma".


El equivalente de las muy españolas "Querer estar al caldo y a las tajadas" o "Yo me lo guiso, yo me lo como". Es decir, el resumen claro y conciso de la inmaculada temporada del Oporto, que ayer se coronó de forma más que previsible como campeón de la liga portuguesa a falta de cinco jornadas. Más tarde incluso de lo que muchos hubieran vaticinado a juzgar por lo abusivo del juego del equipo de "O Dragao".


Cuando las cifras hablan de forma tan contundente, al respetable solo le queda ver, oír y callar. Veinticinco partidos hasta la fecha en competición doméstica, 23 victorias y dos empates, el último de ellos hace 13 jornadas.


Más datos. Equipo máximo anotador con 58 dianas a favor y equipo menos goleado con 9 en contra. Sólo frente al Braga encajó más de un gol y sólo en esa victoria por 3-2 y en la de ayer por 1-2 en casa del Benfica ganó por un tanto cuando encajó. Sólo tres goles ha recibido como visitante y, por supuesto, ha logrado pleno de victorias en casa. Una auténtica apisonadora.


Evidentemente viniendo del equipo que ha ganado 7 de las últimas 10 ligas podría parecer algo normal y hasta lógico. Pero conviene tener en cuenta que el año pasado fue una de las peores temporadas de la era reciente y que, cada verano, el equipo tiende a perder a muchas de sus estrellas.


Es por ello que hay que darle el mérito que se merece a la planificación deportiva, capaz de superar con solvencia la crisis jugándose su integridad al apostar por un entrenador que llegó al club con 32 años y una experiencia en un banquillo de primer nivel de poco más de media temporada. Cifras un poco engañosas, todo hay que decirlo, pues ser segundo de Mourinho durante seis campañas puede llegar a ser incluso mejor que tomar las riendas de muchos clubes.


El caso es que André Villas Boas es, con mucho, el gran descubrimiento del fútbol europeo esta temporada. Bastante he escrito estos meses sobre él (si queréis conocer su historia leed el post "The Special Two" del mes de noviembre) y no es cuestión de repetirse más. Sólo añadir que conquistar el título el mismo fin de semana en que Mourinho caía en casa por primera vez en nueve años es curioso.


Sería absurdo decir que está al nivel del genio de Setúbal y que representa un cambio generacional. Ni Mourinho ha dejado de ser el mejor técnico del planeta, ni se ha acabado su ciclo, ni Vilas Boas ha hecho nada aún. Pero no deja ser morboso. Un morbo que se acrecienta por el lugar donde se consiguió, en el estadio del eterno rival.


La victoria por 1-2 en casa del Benfica solo hizo que acortar los plazos de un título que se daba por seguro pero que no por ello en Lisboa querían asumir. Al finalizar el choque los aspersores saltaron y los focos se apagaron convirtiendo "Da Luz" en "Do escuro". Un símbolo más de la frustración que supone jugar contra el Oporto.


En cuanto a los futbolistas, es inevitable que a todo el mundo le vengan a la cabeza los nombres de Hulk (más de 20 goles este año) o Falcao pero yo me quedo con otro. Un tipo con el que nadie contaba a principio de temporada, que hasta ahora no había tenido continuidad y cuyo nombre no había sonado demasiado. Me refiero al colombiano Freddy Guarín, el auténtico sostén del centro del campo, el pulmón del equipo. Potencia, colocación y pegada con tan sólo 24 años. Va camino de ser un crack.


Coronado campeón y prácticamente eliminado de la Copa (demasiada pesadilla sería para el Benfica desperdiciar dentro de dos semanas el 0-2 cosechado en O Dragao), el Oporto ha conseguido, adelantando el alirón, tener tranquilidad y tiempo para preparar los cinco partidos que en el mejor de los casos le quedan de la Europa League.


Si ya eran considerados los principales favoritos su cotización ha subido ahora en las quinielas. El envite contra el Spartak será complicado y más aún el futurible contra el Villarreal en semifinales. Pero adelantar los deberes libera tensión y descarga las piernas. Conquistar el doblete, Dios no lo quiera, convertiría una temporada buena en excelente y acercaría a Villas Boas un poquito más a su maestro.

viernes, 1 de abril de 2011

Nombres del fútbol: Steponas Darius y Stasys Girenas

El pasado martes estaba llamado a ser un gran día para el recuerdo de dos hombres: Steponas Darius y Stasys Girenas. Sin embargo, al final muy poco o nada se habló de ellos. Y casi mejor, pues asociar su nombre al sembrado en el que España tuvo que jugar contra Lituania probablemente les habría hecho revolverse en su tumba.

Al final el estadio de Kaunas fue poco originalmente bautizado como el "Arenas de Kaunas" o como el "Patatal de Kaunas" y contentos casi todos con aquella denominación, se pasó de puntillas por el nombre real. Un destino cruel para los dos protagonistas de hoy, que podrían haber vuelto a tener su pequeño minuto de gloria en alguna crónica gracias a la visita de la selección campeona del mundo.

Un servidor se ha propuesto solucionar esa pequeña injusticia y darles el modesto protagonismo que se hubieran merecido en condiciones normales. Modesto fuera de Lituania pues en su tierra su figura es tan importante que ambos salen en los billetes de 10 Litas, seguramente los más usados en el país.

Nacidos ambos bajo los dominios del Imperio Ruso, Girenas tres años antes que Darius, sus vidas tuvieron ciertos paralelismos desde el inicio. De jóvenes emigraron, cada uno por su lado, a Estados Unidos y allí prosperaron sus vidas hasta que, en 1917, ambos se alistaron en el ejército, Darius como telefonista y Girenas como mecánico. El caso es que sus vidas tomaron a posteriori, por un tiempo, rumbos diferentes.

El segundo se convirtió en taxista hasta que se sacó el título de piloto y se compró un avión en 1925. La vida del primero fue parecida en algunos casos pero muy diferentes en otros y desde luego, como ahora veréis, más interesante para el tema que nos ocupa.

Darius regresó a Lituania, se enroló en la armada nacional, y al igual que Girenas obtuvo el título de aviador. Sin embargo su estancia en el país hasta su regreso a Estados Unidos fue más que productiva. Mientras desempeñaba sus labores en el ejército se encargó de dar un gran impulso al deporte en su patria.

Comenzó la construcción del estadio que lleva su nombre y el de Girenas y, lo que fue más importante, fue el principal introductor del baloncesto, a día de hoy el deporte más popular entre sus compatriotas. Importándolo de Estados Unidos al igual que el menos relevante béisbol; sus folletos sobre ambas prácticas, su puesto como presidente de la Unión de Educación Física y su magazine "Sporto Zurnalas" le convirtieron en el pionero del deporte de masas lituano.

Tras dejar esta impronta regresó a Estados Unidos para trabajar como aviador civil en Chicago, actividad a la que se había dedicado en la misma ciudad Girenas. Su pasión por surcar los cielos les unió y emulando a Linbergh y también a Nungesser (nuestro protagonista de la semana pasada) intentaron, más tarde que ellos (1933), surcar el Atlántico desde Nueva York a Lituania en el avión bautizado como Lituanica.

El viaje comenzó bien y cruzaron el océano en 37 horas y once minutos, pero finalmente cerca de la localidad alemana de Soldin, el mal tiempo y los problemas técnicos propiciaron que ambos se estrellaran a falta de solo 650 kilómetros para su destino. Una hazaña inconclusa que les sirvió para ganarse el corazón de sus compatriotas.